En el blog de Tekton, y como especialistas en diseño y fabricación de estructuras metálicas, acostumbramos a recoger algunas de las construcciones en acero más singulares del mundo, y en esta ocasión nos fijamos en el segundo rascacielos más alto del planeta, la Shanghai Tower, ubicada en la metrópolis china.
Este gigante de vidrio y acero se inauguró en 2015, y es la tercera y última construcción de las planificadas allá por 1993 para redibujar el skyline del corazón financiero de Shanghai. Numerosos estudios de arquitectura presentaron sus diseños, pero la propuesta innovadora de Gensler, con el estadounidense Marshall Strabala al frente, fue finalmente la elegida en el año 2008. «Queríamos hacer la súper-torre de gran altura más ecológica y eficiente del mundo, así que todos los elementos del edificio cumplen como mínimo dos o tres funciones a la vez», explicaba Strabala durante la construcción del edificio.
El arquitecto jefe de Gensler, con tres décadas de experiencia y algunas de las más relevantes construcciones del mundo a sus espaldas, sabía que el principal desafío radicaba en resistir las fuertes cargas laterales de empuje del viento sobre la estructura de la torre. Para ello, y recubriendo los nueve edificios cilíndricos apilados que conforman la construcción, se diseñó una fachada de cristal en forma de espiral capaz de reducir estas cargas en casi un 30% y a la vez reutilizar el agua de lluvia para los sistemas de aire acondicionado y calefacción del edificio. En efecto, como compañía que cuenta con un firme compromiso medioambiental, en Tekton apreciamos el hecho de que la Shanghai Tower sea el primer gran rascacielos sostenible del mundo. El edificio cuenta con una bolsa de aire entre las dos fachadas que funciona como aislante térmico natural, lo que conlleva un ahorro energético especialmente útil en una ciudad tan húmeda como Shanghai, cuya temperatura oscila entre los 0 y 40 grados.
Sólo superada por la Torre Burj Khalifa de Dubai, y con cerca de 20.000 visitantes diarios, esta gigantesca columna retorcida de cristal alcanza nada más y nada menos que 632 metros de altura, con 128 pisos, 106 ascensores, el mirador turístico no cerrado más alto del mundo y casi 530.000 metros cuadrados construidos (22.967 para oficinas y 95.000 destinados a superficies comerciales)
En Tekton creemos que, en los dos años que lleva en funcionamiento, la Shanghai Tower se ha ganado sobradamente el título de «torre del futuro», siendo una de las principales señas de identidad de la gran urbe china y un fiel reflejo de su tiempo. Nueve jardines interiores a lo largo de diferentes niveles y un espacio dedicado a la celebración de eventos en la base del edificio son otras de las peculiariadades que hacen de esta torre la construcción más singular de China. En palabras de Strabala, «un edificio que representa el futuro dinámico del país».